ENTRE LINEAS Y LATIDOS, AMAR LA TRAMA
- Yani Avila
- 7 jun
- 3 Min. de lectura
¿Existe la posibilidad de saber analizando la posición de los planetas de nuestra carta natal cual sería nuestra geometría sagrada? Fue la pregunta que nos dejó nuestra querida compañera Patricia Amelia Figueroa en una de nuestras redes. Me pareció súper desafiante e interesante, pero muy difícil de resumir en una simple respuesta, así que me puse a sentir y escribir como lo percibo o lo siento yo en este momento. Se los comparto a tod@s
Todos los seres emitimos un sonido, una vibración única que refleja tanto los programas y frecuencias con los que elegimos identificarnos como los potenciales ocultos que habitan en niveles más sutiles de nuestra existencia. Esta vibración incluye geometrías latentes y sonidos inaudibles, perceptibles solo desde otros estados de conciencia o por ciertas sensibilidades elevadas.
Por el efecto de la cimática, esa vibración genera geometrías complejas que se ordenan en patrones invisibles, formando estructuras que manifiestan el orden interno de la frecuencia. Es lo que podríamos llamar un mandala multidimensional, el tono interno que configura lo que percibimos como "la realidad". De ahí nace la sabiduría contenida en aquella frase ancestral:“No vemos el mundo como es, vemos el mundo como somos.”
La mente crea utilizando patrones arquitectónicos de Geometría Sagrada. Detrás de todo lo que existe, hay un algoritmo mental infalible que da forma al universo. Hablamos de los cinco sólidos platónicos, el Cubo de Metatrón, el Fruto de la Vida y la Flor de la Vida: estructuras que codifican la conciencia en forma geométrica.
El sistema mediante el cual la mente crea mundos y el sistema por el que la vida se encarna están entrelazados, formando la danza de la existencia dentro de una melodía cósmica que llamamos tiempo. La astrología, como lenguaje del tiempo, es también música. Los planetas danzan y vibran en una sinfonía conocida como la música de las esferas, resonando con nuestro propio sonido interior, que muchas veces hemos reducido al eco de la identidad o del ego.
Nuestra geometría personal es un sistema hiperdimensional que contiene todas las variantes temporales de la vida, organizadas en capas de conciencia. La mente se navega a sí misma, girando sobre esta geometría sagrada como si fuera un fractal viviente.
Si observamos los patrones que dibujan los planetas en su movimiento visto desde la Tierra, descubrimos que ya forman figuras geométricas precisas. Cada punto en esas figuras encierra información de todo el tiempo. Por eso, podemos decir que una Carta Natal es un sistema de códigos que emiten frecuencias potenciales, generando un diseño, una geometría única en cada ser.
Y aquí ocurre lo más poderoso: cada persona puede elegir desde qué punto de esa geometría identificarse… y desde cuáles no. Existe una geometría potencial, una frecuencia latente, y luego está el recorte psicológico que elegimos experimentar, que vibra y se transforma a lo largo del tiempo. Los tránsitos planetarios añaden dinamismo, activando geometrías que se encienden sobre la geometría de identificación, sumando complejidad a la manifestación del potencial.
Podemos decir que la geometría personal no es algo separado de nuestra realidad, sino que es el código subyacente de creación de nuestra mente.
Así, comprendemos que nuestra geometría natal no es estática: está viva, pulsando, respondiendo, mutando. Somos un mandala en movimiento. Un fractal de la arquitectura de la mente danzando consigo mismo en la espiral del tiempo.

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